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Abadía Westminster

Publicado por Laura Prieto Fernández

La conocida Abadía de Westminster, que no debe ser confundida con la Catedral de Westminster también ubicada en la ciudad de Londres pero dedicada al culto cristiano y no al anglicano, es uno de los monumentos más característicos de la ciudad londinense y curiosamente también lo es de la estética gótica francesa. Se trata de uno de los edificios que anualmente es más visitado en toda Inglaterra y su ama no sólo tiene que ver con su magnífica arquitectura sino que además, la abadía se ha convertido en uno de los buques insignias de la sociedad londinense actuando tanto como panteón de algunos de los literatos o científicos más destacados como lugar de coronación ligado desde la antigüedad a la monarquía inglesa.

Westminster-Abbey

Parece ser que el lugar escogido para su construcción estaba ocupado en el siglo VII, en torno al año 616, por un pequeño santuario que había sido levantado para conmemorar la aparición de San Pedro a un humilde pescador en lo que posteriormente se conoció como Thorney Island. Pese a todo, los historiadores no han podido documentar ciertamente la presencia de ese antiguo santuario y los primeros datos que se conocen del edificio lo sitúan entre 1045 o 1050 cuando el monarca Eduardo el Confesor mandó levantar la abadía para compensar un voto que había incumplido. De este primer edificio que estaba construido según el estilo románico, apenas quedan restos ya que fue modificado en el siglo XIII para levantar una nueva construcción en gótico.

Las obras comenzaron en 1245 sufragadas por el monarca Enrique III quien pretendía levantar uno de los edificios góticos más bellos de toda Europa compitiendo con las construcciones de las famosas catedrales francesas; en este sentido el monarca encargó la construcción de la abadía de Westminster al arquitecto Enrique de Reyns. Éste proyectó una gran abadía con planta de cruz latina, cabecera poligonal y tres naves de las cuales destaca la central ya que, alejándose de los cánones tradicionales, es especialmente estrecha y vertical acentuando aún más la verticalidad del edificio.

La altura del edificio supera los treinta y dos metros y si esto de por sí ya suponía una gran innovación en la arquitectura inglesa, Enrique de Reyns incluyó en el edificio algunos aspectos que tan sólo se habían incorporado en las grandes catedrales francesas como la tracería en la zona de la tribuna o los rosetones incorporados a los brazos del crucero y no sólo a los pies del edificio. De esta manera la Catedral de Westminster tiene su mejor precedente en la francesa Catedral de Reims.