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Busto de Piero de Medicis

Publicado por A. Cerra
Busto de Piero de Medicis

Busto de Piero de Medicis

Este retrato del noble florentino lo realizó el artista Mino da Fiesole. Una obra esculpida en mármol en el año 1453 y que en la actualidad forma parte de una de las mejores colecciones de escultura del Renacimiento que se conserva en el Museo Nacional del Barghello en la propia ciudad de Florencia.

Este artista menor de esa vibrante época artística que fue el Quattrocento se especializó sobre todo en retratos a grandes personajes de la época, como el de este miembro de la todopoderosa familia de los Medicis u otro que hizo del rey Alfonso II de Aragón.

En todas su obras, Mino da Fiesole, aporta su visión más oficialista de los retratados, y no duda en idealizarlos todo lo que puede. De hecho, en este busto de Piero de Medicis lo que buscar es representar al arquetipo del buen gobernante. Y por ejemplo, en esta imagen no se descubre ningún rastro de una de las características de este personaje en la realidad, que era conocido como Piero de Medicis detto il Gottoso, debido a su problemas de reúma. Quizás por eso se trata de un busto y no de una escultura de cuerpo entero. Y además, la obra no se puede decir que sea una simple alabanza, porque Mino da Fiesole fue capaz de no alejarse excesivamente de las facciones reales del retratado, sabiéndolo esculpir con una gran maestría artística y un buen dominio de su oficio de escultor.

Pero eso no impide señalar que es un tipo de trabajo que va destinado preferentemente a exaltar la personalidad y mejores cualidades de los retratados. Este culto a la personalidad se debe al contexto histórico en que se desarrollan estos bustos, cuando hay una nueva concepción de la permanencia del Hombre en la Historia, ya que ahora se empieza a pensar que la gloria en el cielo se alcanza por los triunfos logrados en la tierra. Las tumbas pomposas, las esculturas ecuestres o los retratos son un buen ejemplo de este tipo de trabajos.

Tanto los monumentos funerarios, como las figuras a caballo o los retratos de grandes obras, sean de cabeza, tres cuartos o cuerpo entero, tienen sus referentes en la escultura más clásica, sobre todo de la época romana. En el caso de los bustos, éste es uno de los primeros ejemplos renacentistas de este género, y la verdad es que posteriormente se va a repetir esta fórmula en múltiples ocasiones a lo largo del siglo XV, y no solo en un formato escultórico, sino que también se trasladará, además de a la numismática y también a las obras pictóricas.

Por otra parte, aunque el modelo de busto remite al arte romano, se pueden observar varias diferencias con la tipología clásica, ya que aquí no se incluye ningún tipo de pedestal. De hecho, la base es la propia figura que parece haberse cortado en un plano inferior, lo que le da menor porte al retrato.