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El lavatorio de los pies de Tintoretto

Publicado por A. Cerra

El lavatorio de pies de Tintoretto

Se trata de un lienzo pintado al óleo por Jacopo Robusti, conocido como il Tintoretto y que se expone en el museo del Prado de Madrid.

Se desconoce la fecha exacta en la que fue realizada esta obra, aunque los historiadores sí que se ponen de acuerdo, a la hora de asegurar que Tintoretto la pintó con anterioridad al año 1547.

La principal característica de esta obra es que exhibe la exquisita sensibilidad del autor para crear efectos de luces dramáticas y violentas, con fuertes contrastes entre las zonas iluminadas y las sombras.

Otra de las habilidades de Tintoretto es su maestría para pintar figuras cuyas posiciones se basan en los escorzos, lo cual de alguna forma transmite movimientos tensos e inestabilidad, algo indudablemente premeditado por los artistas de la pintura manierista.

Por otra parte, Tintoretto es un pintor veneciano, y por lo tanto heredero de unas tradiciones pictóricas de características muy singulares. Por ejemplo, todos los pintores venecianos tienen un gran interés por mostrar elementos anecdóticos y escenas de carácter secundario, que en este caso se plasma en las diferentes presentaciones que se hacen de los apóstoles, algunos de ellos atareados en quitarse las sandalias, hasta el punto de tenerse que ayudar entre ellos.

De hecho, lo que es la principal escena de la obra, que sería el relato bíblico de como Jesús les lavó los pies a los apóstoles, para demostrarles su humildad y que había venido al mundo para servir a los hombres, aquí aparece representada en el lado derecho de la pintura, mientras que parecería más lógico que ocupara el espacio predominante en el mismo centro de la tela.

Otra de las características de la pintura de la escuela de Venecia es el dominio del color, el intenso cromatismo de las obras, de lo cual el máximo representante fue el pintor renacentista Tiziano.

También son muy interesantes los recursos que usa Tintoretto para lograr dotar de profundidad a las dos dimensiones del cuadro. Al fondo vemos un gran arco que se abre a un estanque, que a su vez se cierra con un nuevo arco en la perspectiva más lejana, y se rodea todo ese espacio exterior de arquitecturas que recuerdan las obras de Palladio, un arquitecto contemporáneo y amigo de Tintoretto. Toda esta parte del cuadro, que le proporciona amplitud y profundidad se puede considerar una especie de decorado, similar a los que se usan como telones de fondo escenográfico en las obras teatrales.

Mientras que el escenario propiamente dicho, donde se desarrolla el relato del Nuevo Testamento es un interior, cuya perspectiva viene marcada por el embaldosado del suelo. El estudio de la perspectiva y de profundidad que hizo Tintoretto en esta obra fue muy admirado años después por Diego Velázquez.

Todo en la obra es muy teatral, incluso la luz que aplica el autor, una luz muy lívida que provoca colores de tonos fríos en las arquitecturas y en los personajes, lo que todavía acentúa más la sensación de drama y la expresión teatral.